1° LIBRO - JHEREG
Un joven decidido y hábil con la espada dispone de muchos métodos para abrirse camino en la vida. Vlad Taltos escogió el camino del asesino. En Adrilankha, capital del imperio dragaerano, nunca falta trabajo para un asesino. Incluso si es humano. Vlad Taltos, además, cuenta con armas poco comunes. Aparte de ciertos conocimientos de brujería, un arte que la mayoría desprecia, tiene la ayuda de un pequeño jhereg, cuyas alas correosas y venenosa mordedura respoden siempre a sus órdenes.
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2° LIBRO - YENDI
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2° LIBRO - YENDI
En Adrilanka, la vida de un asesino no tiene mucho valor, sobre todo si es humano, ha comprado un título de la Casa Jhereg y controla los bajos fondos de uno de los barrios de la ciudad. Vlad Taltos, sin embargo, ha logrado hacerse un hueco en la sociedad dragaerana y está dispuesto a defender sus privilegios. Unos pocos incidentes fronterizos con otro cabecilla Jhereg desembocan en una guerra abierta, y Vlad se descubre comprometiendo todos sus recursos en un conflicto que no puede ganar. Porque una guerra necesita, ante todo, financiación: gastos de protección contra la hechicería, contratación de matones, pago de sobornos, sin contar la caída de los ingresos motivada por los disturbios. Vlad Taltos, acostumbrado a actuar como cazador, descubre que esta vez él es la presa. Y sabe que nadie es capaz de eludir la muerte indefinidamente.
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3° LIBRO - TECKLA
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3° LIBRO - TECKLA
La vida de un noble de la Casa Jhereg, con amigos y conexiones tan influyentes como los que ha logrado conseguir Vlad Taltos, no debería producir demasiadas sorpresas. Al menos, nada que no pudiera arreglarse con un soborno o un cuchillo bien colocado. Pero Vlad Taltos es también un hombre casado, y su mujer, Cawti, es algo temperamental. Últimamente le ha dado por relacionarse con un grupo de indeseables de Adrilankha Sur que propugnan curiosas ideas revolucionarias. Siempre ha existido descontento entre humanos y dragaeranos de la Casa Teckla, todo ellos encargados de las labores más serviles del Imperio, pero así son las cosas y nada puede alterarlas, de modo que Vlad sabe que no conviene tomárselos demasiado en serio. Cawti, sin embargo, tiene ideas distintas al respecto, y Vlad se encuentra inmerso en una crisis conyugal. Muy pronto se descubre en una situación sobre la que no tiene control y al borde de una guerra, una guerra que no puede ganar.
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