LA TRILOGÍA DE LAS ESPADAS
1° LIBRO - EL CABALLERO DE LAS ESPADAS
En aquellos días había océanos de luz, ciudades en el cielo y salvajes bestias voladoras de bronce. Era un tiempo en que los dioses se manifestaban en nuestro mundo con todos sus atributos; un tiempo de gigantes que caminaban sobre el agua; tiempo de magia, fantasmas, naturaleza inestable, sueños frustrados, pesadillas corpóreas. Era el tiempo de los Señores de las Espadas.
El tiempo en que los Vadhagh y los Nhadragh, enemigos seculares, se extinguían sin darse cuenta de ello. Y los recién llegados Mabdén les envidiaban. Y los Grandes Dioses Antiguos empezaron a conocer el Miedo. Y el Hombre, el esclavo del miedo, orgulloso en su ignorancia, continuó su regreso a tropezones. Pero siempre habrá seres que intenten combatir y destruir lo invulnerable.
El Príncipe Córum Jhaelen Irsei fue uno de ellos. Quizá fuera el último de la raza Vadhagh, y a veces era llamado Príncipe de la Túnica Escarlata.
2° LIBRO - LA REINA DE LAS ESPADAS
De la bruma emergían unas bestias reptilescas arrastrando pesadas corazas. Acarreaban cantidad de criaturas, y algunas bestias montaban en otras. Cada uno de los seres era la parodia de un ser humano: Eran animales, transformados en caricaturas. Algo parecido a un perro saltó sobre Córum. Llevaba casco y coraza, y su morro estaba cuajado de dientes que le mordían el brazo. Le agarraron unas manos que se transformaron en patas y le desgarraron la túnica y las botas. Toda la mañana empezó a amontonarse sobre Córum, mientras las espadas rasgaban y los puños se estrellaban contra las piedras. Córum pisoteaba dedos, segaba brazos, apuñalaba bocas, ojos y corazones, sumergido en un pánico que le daba fuerzas para combatir cada vez con mayor violencia. Córum comprendió que no quería matarles. Sin duda, pensaban torturarles, o transformarles en lo mismo que eran ellos.
3° LIBRO - EL REY DE LAS ESPADAS
Siguieron caminando hasta que llegaron a unas escaleras de piedra blanca que terminaban en el ombligo de una enorme estatua. Kwll comenzó a subir, moviendo torpemente las cuatro piernas. Al fin, entraron por la redonda abertura y se encontraron en una enorme habitación iluminada por la luz que caía de la lejana cabeza de la estatua.
Y en el centro de la luz había un grupo de criaturas armadas, como dispuestas para el combate. Eran a la vez deformes y bellas y llevaban una gran variedad de armaduras y armas. Algunos tenían cabezas que parecían de bestias, mientras que otros parecían hermosas mujeres. Córum supuso que eran los Duques del Infierno, los que servían a Mabelode, Rey de las Espadas. Uno de los Duques, iba desnudo y era alto. Su blanca piel era suave y sin vello, perfectamente proporcionado, pero no tenía cara.
Córum supo que era Mabelode, llamado el Sin Cara.
LAS CRÓNICAS DE CORUM JHAELEN IRSEI
4° LIBRO - EL TORO Y LA LANZA
Corum Jhaelen Irsei, el Príncipe de la Mano de Plata, también conocido como Príncipe de la Túnica Escarlata, ha perdido a Rhalina, su esposa mabden, y vive sumido en la melancolía y el desconsuelo. Pero Corum, como encarnación del Campeón Eterno, no es un ser destinado a conocer ninguna clase de reposo, y aun en medio de su desdicha se ve arrastrado a un nuevo conflicto que le arranca de su propio tiempo. Mucho después de la muerte de todos los dioses, el pueblo de los mabden se enfrenta desesperadamente a la terrible amenaza de los Fhoi Myore, una raza monstruosa exiliada en el Limbo que está destruyendo su mundo mediante el frío. Corum es llamado en su auxilio y conoce al rey Mannach y a su hermosa hija Medhbh. Y así, el destino de ambos y de todos los mabden queda en manos de un príncipe vaghagh que se encuentra acosado por su propia e ineludible desesperación.
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