Apuesto que piensas que soy el exitoso autor de un libro muy popular de seducción (es decir, el que estas leyendo ahora), que soy un conquistador de nacimiento quién nunca ha tenido ningún problema en conseguir mujeres. Si, claro…
Recuerdas al tipo con quién fuiste a la escuela secundaria quien no cabía en el departamento de habilidades sociales ¿Ese tipo que no podría conseguir una cita ni en una apuesta? ¿Ese tipo quién era torpe para hablar y que ni siquiera podía sostener una conversación decente? Yo era ese tipo.
A lo largo de la escuela secundaria y comienzos de la universidad, no tenía ningún amigo, no salía con nadie, y de mujeres ni hablar…. Me pasaba mi viernes y sábados por las noches solo, sexualmente frustrado. Mi cumpleaños 21 vino y se fue, y todavía era virgen. Era miserable y no sabía como cambiar eso.
Para empeorar las cosas, me tomé mis fracasos personalmente. Me imaginé que debía haber algo fundamentalmente malo en mí, y debido a eso, me sentía profundamente deprimido.
No me gustó sentirme así, y me negué a aceptar que la situación no tenía esperanzas. Así que decidí hacer algo al respecto. El éxito con las mujeres era una habilidad que noté que otros tipos tenían, y estaba determinado aprender lo que ellos sabían.
Durante los próximos años, me puse a trabajar.
Me salí de mi manera de ser y pasé a hacer amistad con esos tipos que tenían éxito con las mujeres y copié las cosas que ellos hacían. Leí de psicología y literatura de comunicación al punto que podría jurar que sabía más sobre el tema que algunos de lo que los profesores de psicología de mi universidad. Trabajé obsesivamente para mejorarme en cada manera imaginable, de mi actitud a mi físico.
Para aprender a hablar con las mujeres, dejé los nervios a un lado y hablé con muchas chicas. E incluso cuando me estrellaba, aprendía de la experiencia. ¿Y sabes qué? Todo me fue retribuido. Inventé el sistema a que voy a enseñarle, y desde entonces lo deduje simplemente no creería el éxito que he tenido con las mujeres.
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